La vitamina C actúa como un antihistamínico natural por lo que es muy útil para reducir los síntomas del resfriado y de la alergia. Una dosis saludable de vitamina C puede proteger su cuerpo contra las infecciones y mantener huesos y dientes sanos.

La vitamina C reduce drásticamente el nivel de plomo en sangre. Esto es especialmente importante para los niños que viven en zonas urbanas. Los estudios han demostrado que la toxicidad del plomo puede causar problemas de comportamiento y de desarrollo, tales como dificultades de aprendizaje y disminución del coeficiente intelectual en los niños. Los adultos, por otra parte, pueden sufrir daños renales y presión arterial alta.

La vitamina C ayuda al organismo en la producción de colágeno, lo que la hace muy útil para la cicatrización de heridas de todo tipo (cortes, quemaduras, recuperación de heridas quirúrgicas...).

Como antioxidante, la vitamina C ayuda a prevenir las cataratas, a prevenir enfermedades del corazón, de gran ayuda para los asmáticos ya que las dosis de 1000 a 2000 mg al día mejoran los síntomas de asma y disminuyen la producción del cuerpo de la histamina causante de la inflamación. El estrés oxidativo excesivo puede dar lugar a una serie de graves problemas médicos, como la arterosclerosis que puede producir una enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular. Se asocia con muchos tipos diferentes de cáncer como el de pulmón, boca, garganta, colon, estómago, esófago, etc

La vitamina C ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre por lo que es muy recomendable para las personas con diabetes.

La vitamina C también es muy útil para el tratamiento de la preeclampsia en las mujeres embarazadas, el tratamiento de la enfermedad del Parkinson, trastornos autoinmunes y la enfermedad periodontal.